Estirar la nuca, recoger el mentón. ¡Cuántas veces hemos escuchados estas palabras durante la práctica de zazen! En el dojo, en los retiros de meditación, en los libros sobre zen…

Durante zazen la postura justa de la nuca favorece la relajación y elimina la tensión en el cuello. Además, favorece que la sangre y el oxígeno fluya naturalmente regando las capas más profundas del cerebro.

En realidad, todo esto del zen puede volverse algo complicado, confuso; más aún si perdemos de vista los puntos esenciales de la práctica: estirar la nuca, recoger el mentón, apoyar firmemente las rodillas en el suelo, bascular la pelvis, mantener la curva lumbar justa… todo ello dentro de nuestras posibilidades, en base a nuestras condiciones actuales, acomodando la postura a nuestro cuerpo-karma. El ombligo, la masa muscular del bajo vientre también bien relajados.

Es relativamente fácil liberarse de una persona, de una pareja, de un trabajo que no nos gusta, de un coche. Lo realmente difícil es liberarse de uno mismo.

Cada mañana me despierto y ahí estoy otra vez. Ahí sigo proyectando, elocubrando, deseando, no dejándome estar, midiendo, calculando. En el trabajo, con la familia, con los amigos y amigas ahí sigo, a veces mal metiendo, como decimos en nuestra tierra: «dando porculo».

La naturaleza, en su infinta sabiduría, nos ha dotado de la capacidad del sueño. Mientras dormimos ahí seguimos, aunque por lo general de forma inconsciente. Pero por lo menos mientras dormimos no molestamos a los demás.

La naturaleza, en su infinta sabiduría, nos ha dotado de la capacidad del sueño. Mientras dormimos ahí seguimos, aunque por lo general de forma inconsciente. Pero por lo menos mientras dormimos no molestamos a los demás y no nos molestamos (creo) a nosotros mismos.

Zazen es el arte de comprender, aceptar y trascender a ese yo que molesta, que desea, que proyecta. Y nos permite hacerlo sin volvernos locos y sin rechazarnos tal y como somos. Se trata del arte de conocer y aceptar -a mi entender- los límites naturales de este yo y por consiguiente su impermanencia. Es decir, zazen es el arte de reconocer y trascender lo finito de nuestra existencia.

Zazen es, a mi entender, el arte de reconocer, aceptar y trascender la impermanencia de nuestra existencia.

A veces escuchamos afirmaciones del tipo «abandonar el ego», o «olvidar el yo». Comenzamos a practicar cauquier cosa y… ¿qué hacemos? En base a estas informaciones tratamos de alguna forma de anular, eliminar ese yo que nos limita, que nos entorpece y nos ancadena.

Pero, ¿cómo podemos olvidar el yo a través del yo? Con semejante cacao mental es fundamental no perder de vista los puntos esenciales de la postura de zazen. No hay más. Es solo a través de la postura que podemos comprender con la totalidad de nuestro ser. 

Recordar: los isquiones bien asentados firmemente en el zafu o en la banqueta de meditación. Los hombros caen naturalmente. Los ojos ni abiertos ni cerrados completamente. La lengua reposa en el paladar superior

A pesar de que creemos que sabemos, que conocemos la postura, es fácil perderse. ¡Estemos atentos!

José Luis Kô Kon

José Luis Kô Kon

Monje zen y responsable del dojo zen de Utrera